Lo milagroso vive a tu lado, y tú ni siquiera te das cuenta. ¿Cómo es esto, de que hablo?: Les pondré un ejemplo que me aconteció los otros días en un parque de diversiones en la ciudad de Mendiolaza, provincia de Córdoba. Yo había ido de mala gana a acompañar a unas primitas que habían venido de visita del campo. Una de ellas, la más pequeña a quien puse de apodo cariñoso "la Suru" y que tiene 12 años; no tuvo mejor idea de que las acompañara a un parque de diversiones llamado"Showpark" Donde se podrían sentir a sus anchas en "Esas maquinas infernales" de las que yo siempre trato de huir, pues sufro de vértigo. El caso es que me "obligaron" a que me suba en una especie de sombrillas voladoras, que giran y giran y parece que tu mundo se da vuelta y que vas a devolver tus tripas en ese mismo acto. Las muy pillas se subieron juntas y sentadas en una de las sombrillas, dejándome en completo estado de indefensión, solo en una de "esas cosas voladoras giratorias" Demás esta decir, que el cuiki comenzó a treparme por las piernas, y eso que la maquina no había comenzado a dar sus vueltas. Entonces apareció el. De donde habría aparecido no podre explicármelo jamás. Me pidió permiso confianzudamente y se sentó el pequeño a mi lado. Puede haber tenido unos ocho años a lo sumo. Ató la banda de seguridad o cadena que impide que uno se vaya a caer de la silleta, y comenzó a hablarme. Yo casi no emitía gruñido, pues la maquina había comenzado su "diabólica" rutina de girar y volar cada vez mas alto. --¿Tenes miedo?-Me preguntó con su vocecita canchera.
- No...Es que sufro de vértigo...hace añares que no me subo a una de estas cosas. Y esta gira muy fuerte.
-Si te dan ganas de vomitar, lo mejor es mascar un chicle- Dijo lo mas campante- Mientras yo comenzaba a tiritar. No sé si habrá sido por la noche muy fresca, o por el aventón que nos proporcionaba la maquina.
- Aquí tienes uno- Volvió a decirme, y me alcanzó uno sabor a menta. Y yo por dentro me contraía todo, enfureciéndome con este pibe caradura, que de seguro se estaría burlando por dentro de este grandulón pavote y cobarde.
El niño, al ver la crispación de mis manos que se querían fundir con el metal de la baranda del sillín, y viendo que sus charlas que yo no oía por el miedo, no surtían efecto. Me dio un golpecito en el hombro mientras tomaba contacto visual conmigo, y dijo- No temas amiguito, no temas. Todo vendaval en la vida pasa- Mientras yo trataba en mi mente de descubrir quién era aquel niño. Porque de seguro lo conocía, era una especie de Deja-Vú que se precipitó sobre mi mente, tal vez impulsado por el vértigo y el miedo. Cuando la "maquina infernal" por fin se detuvo. El, lo mas pancho, quitó las abrazaderas que nos sujetaban a ambos, y dando un brinquito se alejó, deseándome suerte y diciendo al marcharse-¡Cuando quieras te vuelvo a acompañar! ¡Eso sí, tú me pagaras el boleto, pues yo no tengo dinero!-
Cuando volví en mi y pude sacudirme la pavura que me atormentaba, lo busqué con la mirada, pero él se había hecho perdiz entre la muchedumbre...
Al reunirme de nuevo con mis primitas, me cayó la ficha al pensar en mi extraño acompañante. Descubrí que ese misterioso niño se había subido descalzo a la sombrilla voladora, lo que está prohibido. Pues un celoso negro de dos metros, custodiaba la entrada a la plataforma. Cuando pensé en sus piececitos descalzos, me embargó una extraña melancolía, ya que me dije por dentro, que ningún niño debe andar descalzo por la vida. Cuando recordé su mirada, me imaginé que me hundía en lo divino e insondable.
Han pasado varios meses de este acontecimiento. Y la confirmación mas extraña me vino por parte de un amigo que nos había acompañado, y que no quiso subir a la sombrilla voladora. Pues al interrogarle si había podido ver al niño que me acompañaba, para que me diera alguna pista sobre él, me contestó-"Nunca vi a un niño al lado tuyo en la silla voladora. Te vi a vos solito y temblabas como una margarita, ja,ja,ja....
Donde quiera que estés pequeño amigo, nunca me dejes solo. Soy un grandote muy cobarde que teme a las alturas. Prometo que la próxima vez te pagaré el boleto. De hecho ya lo estoy pagando al hablar sobre tu existencia. |