La Noche: poema.
Sediento de luna camino,
arrastro la osamenta que pesa,
miro furtivo los balcones,
las cortinas mecidas por el viento.
¡Eres toda mía!
Absorta me contemplas en silencio,
retraída.
Desando en ti mil baldosas,
veredas y árboles dormidos.
Las putas se me restregan,
pero si muestro mis bolsillos secos,
se espantan atemorizadas, huyen,
buscando otras braguetas adineradas.
De cenizas estoy hecho,
de lo que sobró de tu rescoldo,
mutante plateado por ti,
sediento de hallarte, de poseerte,
en el misterio de tus silencios,
en el manto de tus estrellas que invitan a pecar.
Confluyo desanimado en el alba,
fatigado de buscar tus ubres y amamantar esta soledad.
Mientras un tenue rayo sobre mi nariz untuosa, me avisa que me has dejado.